Un día desafortunado
Aquel día
parece ser igual que tantos otros que le antecedían por lo que jamás habría
esperado que sucediese lo que sucedió. La secuencia de lo que le contaré será
relatada en una total parsimonia como si nada inmutara mi ser en estas líneas,
aun así no se deje engañar por la redacción que los sentimientos que en mi ser
hayan su hogar son demasiado grandes para apaciguarlos pero demasiado
pusilánimes como para expresarlos.
Aquel día
comenzó con el sol saliendo por el este, pero como eso es común desde que
existe el mundo procederé a relatar lo que caracterizó aquel fatídico día que
sin augurio alguno la desgracia se cernió sobre mi vida.
Me levanté
de buen humor pues ese día conocería a mis suegros, hacía ya un mes que salía
con una chica que había conocido en un bar, por lo que aquel día se desenvolvió
en medio de la alegría pero también de la incertidumbre que en mi se gestaba al
pensar que existía la posibilidad de no hallar un cálido refugio en mis
suegros, o como alguien más lo podría explicar de manera más simple, de no
caerle bien a mis suegros.
Aun así mi
novia me inspiro para dejar de lado esos pensamientos que de nada me servían,
más bien me jugaban en contra. Llegó cierta hora de la tarde en la cual debía
prepararme para ir a cenar a casa de sus padres, pues se acercaba rauda la hora
de fijar una relación con los progenitores de mi novia.
Lo que
sucedió no dejó de ser normal como el resto del día, me bañé, me preparé y salí
a la calle, pasé por una bodega y compré un vino, los detalles hacen la ocasión
y marché a la casa de mis anfitriones.
Al llegar
todo no fue solamente bien sino también normal, todo fue bien y normal hasta el
momento en que decidí que debía ir al baño. Luego de indicarme donde era, me
dirigí al cuarto de baño pero no fue hasta el momento en el que estaba de
camino hacia la mesa nuevamente cuando sucedió aquello, mi suegra tenía una
pequeña mesa ratona para colocar adornos y flores contra una de las paredes del
pasillo, tropecé con dicha mesa y pareció que me hubiese golpeado la cabeza, lo
último que recuerdo haber oído fue al resto levantándose de la mesa
apresuradamente y a mi suegro maldiciendo mientras mi suegra no podía creer que
hubiese caído y mi novia lloraba.
Me puse
rápidamente en pie y les quise decir que no se pusieran de ese modo, que solo
había sido un golpe que tal vez necesitara visitar al médico pero que todo
marcharía como lo venía haciendo, pero observaba que ignoraban mis palabras, y
no fue hasta que miré que estaba pisando que comprendí el motivo por el cual mi
novia lloraba, vi que estaba parado sobre un gran charco de sangre. Fue en ese
momento en que sentí un vuelco en el interior de mi ser y comprendí la
situación sin poder dar crédito ni aceptar lo que había sucedido.
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