Los jinetes de la noche


Lo que hoy les vengo a contar fácilmente se sitúa en el fino límite entre la vida y la muerte, la locura y la razón, lo que hoy les vengo a contar no es mentira ni superstición, sino una verdad que mis ojos aun no pueden creer.

Presten atención a lo que mis palabras les digan, pues mis labios aun no pueden darle forma al horror del cual mi razón yace presa, cuando ellos aparecen difícil es escapar, con sus látigos atrapan a las almas y sus caballos por las noches trotan libres buscando víctimas.

Son cazadores, sí, mas no son humanos, o al menos ya no. Un pacto puede robarte el alma, ellos no lo creyeron, no hasta que el usurpador las reclamo como se había acordado. Esta es la historia que les contaré, la historia de cuatro almas desdichadas que en su perdición jinetes de la noche se los llamó.

Cuatro hombres recorrían a caballo estas tierras cuando aún territorio aborigen eran, no prestaron atención a las historias que se decían, pues para ellos solo el dinero y  las armas eran verdad. Tal fue su infortunio que sus propios soldados decidieron acabar con ellos, pero para su fortuna o tal vez su perdición un espíritu se les apareció.

-están en una encrucijada-este les dijo, mas no se refería solamente a la situación en la que se encontraban, sino que estaban escondidos en un cruce de dos caminos-por aquí la vida y la muerte se cruzan, la locura y la razón se abrazan fraternalmente, aquí es donde las almas desdichadas son condenadas-prosiguió el espíritu

Aquellos hombres aceptaron la ayuda que se le ofreció por el precio de sus almas, pues creían imposible que alguien pudiera quitárselas, mas, el peligro de los que querían cazarlos era demasiado real.

El espíritu se fue y los cuatro hombres siguieron su vida como hasta aquel momento, saqueando poblaciones aborígenes y matando hombres, mujeres, niños, ancianos, a cualquiera que las herraduras de sus caballos pudiera pisar. Nadie podía detenerlos, nadie hasta que se encontraron con aquel anciano que en sus últimas palabras pronunció la condena de aquellas almas.

-que la marca que en sus almas yacen sean su perdición y que cuando el cobrador se aparezca, sus almas vuelvan de la cámara más oscura de la noche y que jamás hallen la paz que la muerte les promete.

Aquellos hombres siguieron con sus vidas, pues creían que las palabras del anciano aborigen por el viento habían sido arrastradas, mas, jamás pudieron saber que su fatal destino tan cerca se hallaba.

Al amanecer de un día gris, el cielo nublado amenazaba con llorar a los muertos, ese día fueron apresados, condenados y asesinados en la horca. Por orden del juez que por aquellas tierras la corona había puesto, sus cuerpos de las sogas colgaban como alimento para los cuervos. Mas, al llegar la noche, sus cuerpos desaparecieron y no falta quien asegura que en las noches en las que la luna se alza completa, los relinchos de ruines caballos se oyen en una desesperada cacería por recuperar las 
almas que por un infame trato perdieron hace tiempo ya.

Esta es la historia que por esta tierra se cuenta, sobre los cuatro jinetes que durante las noches de luna llena vagan salvajes, reclamando las almas de los vivos, intentando recuperar lo que una vez fue suyo pero que por su ambición y su codicia se les arrebató.

Presta atención a lo que mis palabras te dirán, pues serán tu única posibilidad de salvar tu alma de aquellos que la anhelan tanto como la paz que se les fue arrebatada, cuando por las noches sus relinchos tu oigas, debes pronunciar los nombres, ya olvidados, de los cuatro desafortunados jinetes que en las noches montan en sus negros corceles cazando a los incautos, solo la verdad detrás de la leyenda podrá salvarte.

Aquel anciano aborigen no solo condenó su destino, sino también les prohibió pisar territorio sagrado, aquel suelo embadurnado con la sangre de los antepasados de aquellos que por esta tierra dieron sus vidas contra los conquistadores debes hallar, allí encontrarás tus respuestas, allí conocerás la verdad detrás de la mentira, allí conocerás el paradero de la muerte que les negó su paz a aquellos jinetes, allí podrás hallarme, junto a mí gente. Pero apresúrate que la noche comienza a caer y los relinchos ya comienzan a oírse.

Ahora déjame descansar en paz con mi gente, asegúrate de decir sus nombres, que mis palabras que los condenaron no sean en vano al igual que la sangre de mi gente que los conquistadores derramaron y la inocencia que aquellos jinetes les robaron, ahora déjame descansar en paz que este anciano aborigen, gravemente herido, ya no puede relatar más la historia que tu carne revivirá y tu vida contará a las generaciones venideras, sobre las cuatro almas en pena, que por las noches cabalga, buscando las almas que los conduzcan a sus destinos que un día se les negó.




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