De locos y cuerdos


Muchas personas creen que aprenden a vivir habiendo estado cerca de la muerte, pero en realidad, hay situaciones que te enseñan más que la mismísima muerte. Les contaré mi historia pero les he de pedir que no lloren por mí, he aprendido más desde aquel suceso que en los veinticinco años anteriores.
Hace dos años me interese por las causas de la locura en las personas, por ello hice una visita a un centro de salud mental para conversar con pacientes calificados de locos.
Al llegar no dudaron en llevarme ante un paciente que el personal lo consideraba extraño, pues aseguraba estar allí por un propósito, uno que lo retendría el tiempo necesario, al principio los médicos y el personal del hospital no entendían a qué se refería.
Al verlo en su habitación me sorprendí, las habitaciones eran modestas, sin muchos detalles con los cuales pudiesen los pacientes lastimarse, tenía una cama, un armario y un escritorio con una silla. Pero lo que me sorprendió no fue la habitación, sino el paciente. Bailaba descalzo, en su rostro se dibujaba una sonrisa.
Intenté conversar con él pero todos mis intentos fueron en vano. Hasta que entendí que debía hacer, les pedí que me dejaran a solas con aquel paciente que por muy loco que pareciera ya comenzaba a comprender a que se había referido al decirle aquellos al personal del hospital.
Si bien el personal se quedó detrás de la puerta cerrada sin traba, a la espera de que sucediese algo, ya estábamos solos con el paciente. En ese momento dejó de saltar y bailar como lo venía haciendo sabrá quien desde hacía cuanto y me miró, fue una mirada fija y cargada de emociones, estiró su mano y se la tomé, para luego saltar y bailar juntos, dejándome llevar por la música que entraba por mis oídos.
Al entrar nuevamente los enfermeros, me separaron de aquel sujeto y me arrastraron a una habitación donde reanudé mi danza interminable, mientras que oía lo que los enfermeros hablaban.
-ya es la décima persona que ese tipo arrastra consigo a la locura, hay que tener cuidado con él.
Me dejaron a solas en aquella habitación a la espera de que llegara algún médico a diagnosticar mi situación, pero mientras tanto, mientras danzaba, entendí muchas cosas, y a la vez, pude ser feliz.

“y fueron considerados locos los que bailaban por aquellos que no podían oír la música”
“así hablaba zaratustra” Frederick Nietzsche, filósofo alemán.


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