La melodía del dolor

 Cómo cada noche, me senté frente a la ventana de mi departamento para ver las calles de la ciudad iluminadas, mientras oía a la vecina del 5 C tocar el piano; aquella melodía triste y melancólica, profundamente angustiada, un pedido de ayuda emitido a través del piano y yo deleitándome en su tristeza.

A veces me pregunto si es perverso deleitarme con el dolor ajeno, pero pensé cuán humano es hallar belleza donde solo hay dolor, en la rosa arrancada y alejada del rosal, o el pájaro que añorando la libertad, canta en su jaula para deleite de las personas que lo rodean.

En aquel momento recordé una vieja frase que oí hace mucho tiempo ya, creo que decía algo cómo “así cómo el amor se nutre de belleza, el arte se nutre del dolor” en us momento pensé que se refería al dolor ajeno al artista, pero ahora oyendo a mi vencina comprendo que se refería al dolor del artista, por lo que tal vez el artista sea quien se niega a sucumbir ante el dolor, tal vez es quien emite un desesperado pedido de ayuda a través de su arte.

Cada vez que nos encontrábamos con mi vecina en los pasillos del edificio, ella agachaba la mirada y su semblante se tornaba sombrío, y apresuraba el paso hasta que se perdía entre las filas de puertas de los diferentes departamentos, me dolía verla así pero tenía la esperanza de que entendiera porqué lo hice.

Cuando nos conocimos le dije que quería verla feliz y cuando nos enamoramos le prometí que la ayudaría a ser mejor pianista, pero ¿Quién podía predecir que haría falta dolor para mejorar la melodía que componía?

La mejor melodía la compuso aquella noche, entre amargas lágrimas y mudas maldiciones que su mente profería pero que sus labios se negaban a pronunciar, aquella lluviosa noche, aquella noche en que la dejé, en que la abandoné y ante su dolor su melodía mejoró, su melodía se volvió perfecta.

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